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sábado, 3 de septiembre de 2011

La mujer galáctica o Cómo perdí a Coralina



-La muier galáctica, ¡ja!, curioso que me preguntes por ella… ¿de dónde la sacaste?
-Estaba revisando cosas viejas, y encontré un pequeño cuaderno, con una inscripción en el lomo que decía “la mujer galáctica”, por R.J.Dombers. Me causó curiosidad y lo abrí, pero leerlo me resultó imposible, ya que estaba muy viejo, lleno de tachaduras y con páginas rotas.
- Bueno te contaré, un amigo de un amigo del primo del tío del abuelo me parece…
-Disculpe, ¿Qué?
-¡Ah! Del abuelo de la hermana, ahora si; Me contó sobre una chica que conoció de una manera muy extraña, digamos , inusual.
-Por favor prosiga
-No recuerdo bien dónde, pero me parece que… si ahí, justo ahí comienza esta historia
-¿Ahí? ¿Dónde?
-En el lago, creí habérselo dicho tan solo hace unos segundos
-Lamento discrepar, mas usted no lo ha hecho
-Entonces soy yo el que debe disculparse, bueno ¿Dónde estaba?
-El lago…
-El lago, exacto, ¿Cómo supo usted?
-Eh… lo supuse, continúe con la historia por favor
-Con gusto, eran, ya no recuerdo con exactitud, pero creo que entre las seis o siete de la tarde, cuando él se encontraba tirado observando como se ocultaba el sol y  el lago iba quedando tranquilo y oscuro
-No pretendo fastidiar pero, ¿Quién es él?
-No puedo asegurarlo, pero si puedo decir que el hombre de esta historia  es un caballero ingles, vive solo y le gusta escribir, se afeita los lunes y los miércoles, pasea por la rotonda de la calle Wother todos los jueves a las 7:00 AM, entre otras cosas, pero no estamos hablando de él, sino del día que cambió toda su vida.
-Esto se torna interesante, siga.
-Bueno ¿En que me quedé? Ah cierto, bueno nuestro caballero comenzó a notar que una brisa descomunal rodeaba el parque, sin embargo el agua estaba mas quieta que de costumbre, de hecho estaba tan quieta que parecía hielo, mejor aún, el agua se tornó dura cual pista de patinaje. Ahí notó que una luz se le aproximaba, no lo asombró tanto  hasta que pudo notar una delicada figura femenina que parecía estar perdida. Esta mujer niña se le...
-¿Mujer niña? disculpe usted pero no comprendo
-¿Acaso no lo dije? Era una mujer, que al mismo tiempo en su mirada tenía la inocencia de una pequeña e indefensa niña.
-Bueno disculpe, continúe
-Se le acercó sin miedo aunque un poco ida, no dudó en sentarse en su regazo, al hombre le causó risa que una mujer se sentara en sus piernas por primera vez en una situación tan atípica. – ¿puedo ayudarla en algo, señorita?
La muchacha permaneció muda, estaba como hipnotizada con el bigote del hombre, cuando el notó eso no tardo en comentar:- si, (se sonrío picaronamente) ya es tiempo de cortarlo, verá usted, lo tendría que haber hecho ayer pero no se porqué decidí salirme de mi rutina.
Continuó él hablando toda la noche hasta que la mujer cayó en un sueño profundo, la llevó a su casa y a la mañana siguiente la despertó para desayunar.-Buenos días.
-Buenos días (dijo, con una voz delicada pero intensa)
– Disculpe mi atrevimiento, pero le preparé un café suponiendo que le gustaría.
-No es problema, me gusta. (dijo ella sonriente)
Desayunaron juntos y hablaron todo el día, caminaron, tomaron el té,se contaron secretos y anécdotas, se podría decir que las historias de sus vidas,  todo fue perfecto, extraño, pero perfecto.
Pasaron unos meses, no recuerdo cuántos con exactitud, y se casaron, pero el tiempo voló como vuela en unos días.
El nombre de esta chica era Coralina, bello pero extraño.
Muchos años después, el envejeció.
-¿No hay más antes? ¿De dónde salió ella? ¿Cómo comenzaron una relación? ¿Nunca aclararon las cosas?
- Disculpe muchacho, puesto que soy viejo, no puedo recordar mucho más.
-Está bien, lo siento, prosiga.
-De acuerdo, era algo descomunal, pero cuando el ya tenia 70 años ella seguía siendo la misma joven que conoció en el lago. A él le llamo la atención, y decidió preguntar, entonces lo averiguó, no era ella una mujer cualquiera, y esa noche no había sido una noche cualquiera tampoco, ella le explicó una historia muy extraña que ya no recuerdo.
-Que lástima…
-Sí, en fin, esa fue la última vez que él la vio, Coralina, tan perfecta, tan transparente, hermosa, delicada… (Decía mientras se le cerraban los ojos y las palabras sonaban cada vez más lentas)
-Gracias por todo señor. Pero aún no se su nombre... -Dije esperando una respuesta-
¡Señor! ¡Señor! -No grité más cuando noté que el jamás respondería
-         Wow, que extraña historia abuelo, pero por favor, ¿podrías llegar a la parte en que conociste a la abuela?
-         Esta por llegar, ten paciencia. Bueno resulta que salí por la puerta para avisarle a la enfermera, y le dije: -¿Me diría usted el nombre y apellido del señor de la habitación 203?
-         Si, su nombre era… (dijo fijándose en una agenda) Roger. John. Dombers
-         ¿Cómo? ¿Perdón? él...(dije, cuando me di cuenta de todo)
-         ¿Qué? (pregunto la enfermera confundida)
-         Nada, bueno muchas gracias. (dije amablemente)
Cuando me estaba yendo entró una chica preciosa, tez blanca, pelo negro, labios violáceos pálidos, un ojo verde y otro azul, delgada, delicada, con un gesto de inocencia y pureza muy notable en su cara, y ahí lo supe, todo concordaba, no necesité preguntar, todo tenía sentido.
-Coralina- murmuré



Clara. González. Casella 

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